Infinidades de infinidades he permanecido latente, estrechamente comprimido, esperando.

 

Inmensos han sido los preparativos de mi desarrollo,

fieles y amigos han sido los brazos que me han sostenido.

 

Ciclos de edades han columpiado mi cuna, remando, remando

siempre como gozosos bateleros; las estrellas se han abierto a mi paso,

en sus órbitas procesionales  han preservado en alumbrarme,

velando las latencias de mi porvenir.

 

YO ya existía, antes de nacer en molde humano,

para que mi embrión se trocara en ser consciente,

la nebulosa se había cuajado en un orbe:

los estratos geológicos se apilaron unos sobre otros,

las generaciones de vegetales, clorofiliaron la atmósfera,

¡Y los saurios monstruosos lo transportaron en sus fauces,

depositándolo delicadamente! Todas las fuerzas han actuado

continuamente para mi perfección y mi encanto,

y ahora estoy aquí, con mi alma potente.

 

Mi sol tiene su sol, a cuyo alrededor gira dócilmente.

Gira con sus camaradas en un círculo superior,

y mayores sistemas giran alrededor de astros más grandes

que contienen pequeñas manchas; no hay reposo, no lo habrá jamás:

si yo, vosotros y los mundos y cuanto existe dentro y

sobre ellos quedáramos reducidos a una pálida y fletante neblina,

eso no tendría importancia a la larga.

Volveríamos seguramente al estado actual.

¡Iríamos seguramente a las lejanías donde vamos, y después más lejos,

siempre más lejos!

 

Sé que soy superior al tiempo y al espacio, sé que nunca

he sido medido, que no lo seré jamás


Walt Whitman